domingo, 3 de julio de 2022

Una mujer significativa

Una mujer significativa en mi vida profesional: Olga, profesora de latín y griego.

En esta primera actividad del curso ""Educación para la Igualdad" nos proponen pensar en una mujer que haya sido significativa en nuestras vidas, ya sea en el ámbito personal como el profesional. Yo les hablaré de Olga. 

Estudié Filología Hispánica, pero elegí la carrera en el último momento, cuando tomé conciencia de que lo que más me gustaba por encima de todo era la literatura. Sin embargo, no había estudiado el bachillerato de "letras" con la materia de latín (materia entonces obligatoria en los estudios de Filología Hispánica). Así que me apunté a clases particulares con Olga. 

Era una señora mayor, ya jubilada, que había desarrollado su profesión como profesora de secundaria (si mal no recuerdo, en algún centro religioso). No creo que necesitara dar clases por cuestiones económicas. Se notaba que lo hacía por placer, como entretenimiento.Y era brillante. Físicamente, era pequeñita, llena de arrugas y pelo blanco, con unos ojos azules brillantes y vivos. Dominaba el latín y el griego como el propio español. Daba las clases en unas habitaciones a pie de calle de una casa antigua lagunera (ciudad de San Crtistóbal de La Laguna). Eran unas estancias muy austeras, de techos altos y con solo lo esencial: varias mesas grandes con sillas alrededor, una estantería con libros.

Yo en principio me apunté para aprender y ponerme al día con el latín (después añadí el griego). Empecé en el verano previo a mi entrada en la Universidad, y después continué yendo. Me encantaba ir. No solo enseñaba muy bien, sino que transmitía su pasión por las lenguas antiguas y su cultura. No solo aprendías las lenguas. Con pequeños comentarios te llevaba a observar la belleza de una metáfora, o la profundidad de un pensamiento. Su cultura era impresionante. 

Yo no tenía muchos recursos, pronto me puse al día y estaba a la par que mis compañeros de carrera, por lo que llegó un momento en que ya no necesitaba seguir. Entonces, sin que yo le dijera nada, me ofreció seguir asistiendo a las clases sin pagar. Y yo continué solo por el placer de aprender. Me sentaba a la mesa, traducía en silencio hasta que tenía alguna duda y ella me la aclaraba con sus estupendos comentarios.

Tiempo después me di cuenta de que fue mi primer modelo vivo de humanista. Lo que yo esperaba encontrar en la Universidad, sin saber aún que era aquello que buscaba.

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